31 marzo 2006

Precuelas, secuelas y papelas

Lo prometido es deuda. Gus Van Sant no supo apreciar a Hitchcock, en cambio, nosotros... En primicia, el teaser de The Triple D´s Psycho. Una delicia para sus ojos. Disfrútenla. Añadan ustedes los chirridos musicales para este momento estelar.








the triple D´s
PSYCHO


COMING SOON...



"Nadie había logrado transmitir el auténtico horror hasta que llegó The Triple D´s Pshyco". (New York Times).

"Emocionante y visceral". (El Pais de las tentaciones).

"Tuve que salirme del cine. Después, volví a entrar". (Antonio Gasset).

"Es... es... es... es... es... eseseseseses... muy bien". (Pocholo)

Lloro de la emoción. Gracias, amigos críticos.

Manolete era pianista

No miento. Aquí está.

30 marzo 2006

Ronaldo al Teriyaki

Ayer volví a subirme en el metro.

Hacía dos días que no salía de casa y se me hizo raro. Encontré un asiento libre e hice lo propio. Junto a mí dormitaba un tipo orondo que, no contento con obsequiarme con una serenata de ronquidos y gruñiditos, gozaba de una incomprensible tendencia a inclinarse sobre mí. Tras cerciorarme de que en el vagón no había otro hueco libre, intenté mantener mi mente ocupada con algo agradable...

<<¿Cómo sonaría mi nombre siendo pronunciado por los maravillosos y carnosotes labios de Angelina Jolie? "David". Cielo puro. Si fuera rico y famoso propondría un juego a esa Diosa: Si susurras mi nombre mejor que Scarlet Johanson, podrás llevarte cinco de mis chimpancés y devolverlos a África para que jueguen con esos niños pobres que apadrinas. Y ahí estarían las dos, peleándose por el susurro más delicioso. Duelo de morritos. A Scarlet no tendría que chantajearla por supuesto. Una amiga como ella haría esas cosas encantada>>.

No duró mucho. El gordo gruñó otra vez y provocó que las sirenas se fueran chapoteando hacia otra parte. -Tres paradas más y me largo-.

Dos minutos después, una nueva atracción se sumó al circo ambulante. Un guardia de seguridad y su fiel amigo, Ronaldo. Lo juro, llamó Ronaldo al pobre bicho. El animal se limitaba a observarle con esa mirada triste que sólo un pastor alemán sabe poner.

Mientras Ronaldo se entretenía olisqueándose la entrepierna, el resto de pasajeros comenzaron a comportarse de forma extraña. Unos ponían cara de por favor, que no me huela el bolsillo izquierdo, que no me lo huela. Si sólo consumo de vez en cuando. Si ya sabía yo que tenía que haber cogido el autobús; otros analizaban uno a uno al resto de viajeros: pues ninguno tiene pinta de pertenecer a la Yihad. Claro que tal y como está el patio... Únicamente una viejecita y yo mirábamos al perro con cara de lástima pensando en lo contento que estaría correteando de un lado al otro del Retiro en lugar de estar bostezando junto a su compañero de trabajo.

Finalmente, las puertas se abrieron y salí escopetado de allí buscando el cartel que me indicase dónde debía dirigirme para coger el segundo tren del día. De camino al andén, tres señores distintos me pararon para pedirme cincuenta céntimos, la hora y un cigarro.

Una hora después de haber salido de casa llegué a mi destino; un económico restaurante de comida asiática. Tan sólo tuve que desprenderme de doce euros por un micro bol de ensalada de algas y dieciséis trocitos de pollo empalados en un pincho moruno. Trocitos que, combinados con medio bol de arroz se convierten en lo que los japoneses llaman pollo al teriyaki. Para acompañar, dos rodajas de berenjena y una de zanahoria rebozadas en un castillo de harina. A esto le dicen Tempura. Tem-pu-ra. Yo prefiero referirme al conjunto de los tres platos como Es-ta-fa.

Pedí la cuenta. Tragué saliva. Pagué justito. Doce con o-chen-ta-y-o-cho. Y me largué a mi casa a comerme un bocadillo. Esta vez sólo tardé cuarenta minutos y únicamente me pararon una vez para venderme un anillo de ¿oro? espantoso.

Adoro ésta ciudad.

28 marzo 2006

Psycho in the night


Tengo miedo.

Esta noche se ha caído un poster sobre mi cabeza mientras dormía. He emitido un gritito histérico y me he levantado de un brinco. Mi corazón se ha quedado un rato más en la cama para sobreponerse del susto. Ya que estaba de pie, he decidido ir a tomarme un colacao.

De camino a la cocina iba pensando -Gracias al cielo que no colgué el cuadro de Pulp Fiction en esa pared-. Pesa como una elefanta embarazada y hubiera conseguido que me quedase en la cama de forma permanente.

Tras reflexionar un segundo sobre el sentido de la vida he vuelto a mis aposentos. He pegado el poster en la pared y me he metido debajo de las sábanas. He permanecido unos minutos con los ojos abiertos, mirando fijamente a mi agresor. Desafiándolo. Ni se ha inmutado. Después me he quedado frito.

Estoy seguro de que me observa. Analizando cada movimiento que hago para volver a lanzarse contra mí en el momento en que menos me los espere. Mi corazón es frágil y otro susto como ese podría ser fatal.

Es un poster precioso. Una mujer joven posa de espaldas. Apenas cubierta con un velo, mordisquea su dedito índice mientras sonríe de manera perversa. Es un dibujo de Luis Royo.

La muerte tiene un rostro bello. Pero de momento prefiero bailar con la más fea.

Aún quedan muchas cosas que hacer.

27 marzo 2006

En lo que fumo un cigarrito


Primera calada.

Tengo que dejarlo. Algún día. Esta mierda hace que me sienta física y anímicamente destrozado. Claro que de vez en cuando me sienta como un Actimel de los cojones.

Segunda calada.

Ni me he enterado. Voy a por otra.

Tercera calada.

Está rico. Pienso en Bogart y en Groucho Marx. Mierda. Los dos están muertos. Dejo que el humo se escape lentamente entre mis labios.

Cuarta calada.

Me deja la garganta seca.

Quinta calada.

Apenas lo retengo en mis pulmones. Quizá ni si quiera haya llegado. Iluso. Golpeo el filtro con el dedo indice. La ceniza cae.

Sexta calada.

Se me jode la conexión a internet. Retengo el humo. Sale por la nariz. Se me mete en el ojo derecho. Pica.

Séptima calada.

Cambio de mano. Ahora es la izquierda la que se volverá amarilla. Me recuerda a la de uno de los Simpson. ¿Alguno de ellos fuma? Quizá simplemente estén enfermos. Hepatitis C, D, X o B1. Puede que sean chinos. Chinos americanos.

Octava calada.

Parece que hubiera pasado la lengua por el kilómetro 2 de la M30.

Novena calada.

Llego hasta el filtro. La disfruto. Apago el cigarro en mi cenicero azul mar. Sigue saliendo humo. Nunca aprenderé a apagarlos como el Patito manda. Lo aplasto hasta que emite su último suspiro.

No. No voy a dejarlo. En la SER hablan de una demanda patrimonial por daños y perjuicios contra el Estado. Muchos establecimientos comerciales necesitan vender tabaco más que el aire. Dicen que puede ser inconstitucional. Zapatero fuma. Y Rajoy no veas.

Nos hemos vuelto todos gilipollas.

26 marzo 2006

Domingo grasiento



Llevo horas sin salir de la cama. Tengo hambre pero me aguanto. Prefiero taparme la cabeza con las sábanas. Me enfado y no respiro.

Hoy mi cuarto es una cama gigante y yo el guisante que espera a su princesa. A la que sea, me da igual, pero que no se olvide de darme un beso y traerme unas tostadas. Los guisantes tambien untan mermelada. Al menos yo lo hago. Es domingo y nos han quitado una hora. A las dos fueron las tres. ¿En qué coño pensabas cuando quedaste conmigo en la plaza a las dos y cuarto de la madrugada?

A mi novia no le gustan los guisantes. Excepto los que son de su pueblo. Me duele reconocerlo pero creo que es una xenófoba. Se ha ido a Inglaterra sólo para decirles a los ingleses que se vive mejor en España. Y yo le digo; ¿En cuál de todas?. "En la que menos duela" me responde.

Creo que los agricultores no firman treguas permanentes con la cosecha. Sólo si no llueve. Los guisantes tenemos mal futuro.

Princesa, la mermelada de lo que sea. Cualquiera menos la de naranja amarga. Odio la de naranja amarga. La de fresa está bien. Sí, mantequilla también, por favor. Despiértame cuando me encuentres.

Y la tostada se cayó sobre mis sábanas por el lado de la mantequilla. El lado de la mermelada, en cambio, no sufrió daños.

24 marzo 2006

Haciendo méritos


Tengo un amigo premio planeta.

Bueno, aún no, pero G jura que lo será en poco menos de un año. Z pronto se convertirá en la voz corporativa de una empresa de seguridad. De momento atenderá las llamadas de propietarios histéricos, pero todo es empezar. Q por su parte viste con traje, un traje sin corbata ni chaqueta, pero un traje al fin y al cabo. Es un auténtico funcionario. I, L, P y S son grandes cineastas. Trabajan para otro, no cobran y están a veinte metros del rodaje, pero ser meritorio es el primer paso.

R es Artista (con mayúscula) gráfico; B arquitecto; L banquero; C modelo de Virginia´s Secret; J prostituta de lujo; D millonario y narco; S ganadora del premio Gramy latino; A Oscar al mejor actor; H empresario estorsionado pero con tanto dinero que llora de risa; T directora general de canal 26 y N... bueno, Nsólo pinta cuadros con los pies, pero los cuela por mil euros.

¿Yo? Un visionario esquizoide y con trastorno bipolar, escritor, actor, director, gilipollas y mentalista frustrado. De momento tomo pastillas cada ocho horas y hablo solo.

Vamos por el buen camino.

16 marzo 2006

Regar las plantas.


Hay cosas que no me hacen gracia.

Lo siento mucho, pero no. No puedo reírme cuando no sé si con lo que se bromea es cierto o no. No puedo reírme si es a costa de un amigo. No puedo reírme si me hacen daño.

A menudo, se toma todo a guasa. Todo. Se sueltan verdades envueltas en carcajadas. Verdades que no se toman en serio y que duelen ante la más mínima sospecha de que sean reales. No es culpa de nadie. Pero a mí no me gusta enterarme ,entre risas, de algo que duele.

Soy muy cobarde y sólo puedo esperar a que pase el circo; tragar saliva y reunir el valor suficiente para preguntar. <<¿Hablabas en serio?... ¿Por qué?... ¿Por qué he tenido que enterarme en París?>>.

Me considero alguien bastante transparente. Y no es dificil intuir qué es lo que estoy pensando. Sea como fuere, suelo contarlo todo. Y mucho más a mis amigos. <>. Qué difícil es mantener a los amigos.

Tienen razón los que viven conmigo. En esta casa faltan abrazos. Falta cariño. No digo que no lo haya, digo que no lo hacemos ver.

Convivir es difícil. Y mucho más, convivir con amigos. Y no digamos si de lo que se trata es de convivir con amigos con los que, además, trabajas. Es difícil porque lo que duele, duele más fuerte.

Nadie tiene la fórmula de la amistad. Ojalá existiera.

Sólo me queda pedir disculpas. Disculpas por no abrazaros con más frecuencia. Por no reírme más. Por tomarme las cosas demasiado en serio, y a veces, por no hacerlo.

Quiero a mis amigos. Son la base. Si la base se cae. O se separa. El edificio se derrumba. Y eso, no tiene ninguna gracia.

13 marzo 2006

Se busca


Pensé que sólo ocurría en las malas películas. En esas en las que el protagonista despierta en una cama extraña y descubre un tatuaje aún humeante en su pecho; un anillo dorado en uno de sus dedos y a una mujer -a la que no había visto nunca- que le roba la almohada. Todo transcurre, pongamos, en Las Vegas.

Tres horas de mi vida han desaparecido. Por más que rebusco en mi cabeza no logro dar con ellas.

No he despertado en Las Vegas. Lo he hecho en un colchón. Me he asustado. Cuatro ojos me miraban y dos bocas sonreían. Poco a poco iba tomando conciencia. Estaba en la casa de unas amigas. Las dos disfrutaban contemplándome mientras asimilaba que la noche pasada había bebido demasiado.

Después de unos minutos he vuelto a cerrar los ojos. He soñado con mundos raros y finalmente, me he incorporado del colchón a eso de las cinco de la tarde.

Estaban ansiosas por comentar la noche. Hablaban de imitar a Vito Corleone con dos pañuelos de papel dentro de cada papo; de copas que se estrellaban contra el suelo; de música House; de pagar doce euros por entrar en una discoteca; de tabaco, alcohol y búsqueda infructuosa de pastillas; de un conejo de peluche y de un calcetín extraviado.

Bien. Nada, absolutamente nada de lo que contaban, ocupa el más mínimo recobeco de mi memoria. Es como si no hubiera existido. Y eso que, según parece, yo protagonizo la mayor parte de esas historias.

Da miedo no recordar.

Han pasado unas horas y aún no los encuentro. Abro cajones y más cajones pero no están. Deben de haberse traspapelado. O tal vez los he escondido demasiado bien. Si alguno de ustedes descubre recuerdos ajenos en su cabeza, por favor, póngase en contacto conmigo. Quizá sean los míos.

11 marzo 2006

¿Por qué nos gusta hacer cine?


Esto del cine es curioso.

Es como preparar un plato. Primero piensas -¿que demonios podía comer hoy?-. Tras un breve periodo de indecisión, asumes que tu creatividad culinaria debe limitarse a aquello de lo que dispones en tu despensa. A partir de ahí, teóricamente, dedicas todo tu cariño y tu tiempo a la confección de esa delicia que culminarás con una presentación exquisita. Finalmente, decoras la mesa del modo más práctico posible. Y entonces llega el momento esperado. -¡A comer-. Los comensales se sientan, cogen los cubiertos y comen.

Ya está. Se acabó. Tu plato duró en la mesa apenas unos minutos.

Tiempo de preparación aproximada: 1 hora y media.
Tus comensales han dedicado a saborearlo y engullirlo apenas 15 minutos.

¿Merece la pena? Desde luego. Te sientes satisfecho. Habrá gustado más o menos, pero has disfrutado haciéndolo. Quizá te ha salpicado el aceite; te has manchado; tendrás que fregar los platos y limpiar la cocina, pero por alguna extraña razón necesitas volver a hacerlo. No sólo porque hay que comer todos los días, sino porque te sientes vivo. Te sientes útil. Tal vez no ha salido como esperabas, pero ha salido. Eso es lo fascinante. Ha salido.

Nuestro primer cortometraje oficial aún está en la segunda fase: confección. Está a punto de concluir el tiempo de cocción. Queda una secuencia por rodar. Después habrá que dejarlo reposar. Añadirle un par de especias y servirlo de la manera más noble posible. No sólo por nosotros, también por todos aquellos que están haciendo que sea posible.

Gracias. Mil gracias.