21 marzo 2007

Metro de Madrid Informa...

¡Mmmmmmm. es genial!

Otro día en el que me levanto con tiempo y el Metro en el que viajo se descoyunta y me permite llegar tarde un día más.

Otro día en el que, a pesar de lo anterior, decido prometerme a mí mismo que será de lo más productivo.

Otro día en el que me encuentro con cinco putas horas por delante sin nada minimamente interesante con qué rellenarlas.

Otro día en el que me quedo sin café, copa ni puro y pese a todo no he tenido tiempo de ir a leer al baño...

Me cago en el puto Metro.

12 marzo 2007

Hoy vas a tener un día súper súper súper bueno. Y si no, tampoco pasa nada.

A veces te preguntas para qué coño te has levantado de la cama, pero generalmente ya es demasiado tarde para remediarlo.

Otras veces no te meterías en ella en doce días.

Y otras -las menos- te pasarías doce semanas en ella sin pegar ojo por estar pegado a otro alma mucho más atractiva que tú. Pero como ya digo, por hache o por be, no suele ser lo más habitual -atender otros compromisos, escribir en un fotovideoaudioblog para seguir en la brecha, salir a fumar un cigarrillo al balcón, respirar de vez en cuando o salir en busca de un alma mucho más atractiva que tú y convencerla de que no tiene nada mejor en su vida que dedicar doce semanas a compartir almohada con vos-.

Pero la mayor parte de los mortales -y algunos que no lo son- debemos conformarnos con soñar con eso durante las cinco horas que dedicamos a cerrar los ojos enfundados en un edredón más bien feo.

En fin, a lo que iba, que hablo de sábanas y me pierdo. Hay días en los que no deberíamos levantarnos de la cama. O para ser más exactos; hay días en los que más nos valdría confundirnos de andén de metro y aparecer en cualquier sitio menos en el que estás. Bien porque vas a dedicar cinco, seis, ocho horas a valorar los irrefutables matices del gotelé de la pared que tienes en frente o bien porque no vas a recuperar tu identidad como ser humano hasta que salgas del curro, tajo, leches.

Y eso es todo lo que pienso ahora al tiempo que descubro una nueva mancha con forma de Ernesto Che Guevara en el borde izquierdo de mi mesa.