En busca del DragóN FucsiA. NY. 7th chapter.
Mira que hay maneras de deshacerse de un cadáver. Pues nosotros tenemos que escoger la más lenta. Y segura, dicen.
21th DAY IN LA GRAN MANZANA
Una hormigonera se detiene frente a la puerta trasera del edificio. De la cabina se baja una bolsa de basura gigante con botas. Cuando llega a nuestra altura descubro que no es una bolsa de basura con botas, sino un tipo de unos cuarenta años mal llevados con un chubasquero negro hasta los tobillos.
Nos ordena que le sigamos con el cadillac de SuS a una distancia prudente. Aceptamos sin rechistar. Cuando llevamos media milla, alguien se da cuenta de que nos hemos dejado al suizo envuelto en una manta en el portal. Afortunadamente, al regresar, continúa allí. Yo hubiera preferido que se levantase y se fuese en su moto tan feliz, pero los muertos de verdad no hacen tales cosas.
Esta reflexión me hace darme cuenta de que también hay que deshacerse de la motocicleta. AlbertO se ofrece voluntario. Nunca ha ido en moto y le apetece probar.
De nuevo en marcha. Tardamos aproximadamente dos horas en llegar a una especie de polígono industrial. El camión se introduce en una empresa de forjados y nosotros hacemos lo mismo. AlbertO, si ya es torpe andando simplemente, en motocicleta parece un ciego montado en un toro de rodeo.
Esperamos a que AlbertO estrelle tranquilamente la desvencijada moto y escuchamos atentamente las instrucciones del hombre del chubasquero.
-Será fácil -dice en un inglés pasado por dieciséis filtros- tú y tú -y nos señala a AlbertO y a mí- prepararéis el cemento en esa hormigonera. SussiE y la mujer envolveréis al fiambre en ese plástico. No queremos que empiece a soltar fluidos comprometedores. Yo voy a por unas varas de hierro y madera para armar la mezcla.
Dicho y hecho. Al menos en nuestra mente. Ni el pingüino ni yo tenemos la menor idea de hacer cemento y SuS se desmaya al oler al suizo. MarietA, en cambio, forra al cadáver en el plástico como quien envuelve una pechuga de pollo en papel de celofán.
Empieza a amanecer cuando todo está listo. Nuestro salvador particular realiza un encofrado con el cemento, la madera y los hierros, a modo de bocadillo. Dentro está el suizo, bien envuelto y lo que queda de su moto. El mamotreto pesa lo suyo. La última fase del plan consiste en enterrar el invento en los cimientos de un edificio en construcción que está a una manzana de allí.
Según nos explica, ésta es la manera más precavida de deshacernos del sujeto. Si alguna vez, saliese a la luz el encofrado, simplemente se apartaría y nadie se molestaría en abrirlo. En estos casos, se entiende que es un único bloque compacto y ningún miembro de la construcción está dispuesto a perder un día entero en fraccionar piezas de ese calibre. Lo que me hace preguntarme cuántos muertos forrados de hormigón armado tendré yo debajo de mi casa.
SuS le paga los tres mil dólares -precio de amigo- que nos ha soplado por la operación y nos vamos de allí quemando rueda.
SuS, que ya empieza a estar harto de nuestra presencia, para el coche en el primer puesto ambulante de comida china que se cruza en nuestro camino y le planta la nota en las narices al dependiente. Después se la aleja un poco más porque el hombre no ve bien desde tan cerca y finalmente se la da en mano porque el pulso de SuS tampoco es para tirar cohetes.
Regresa al coche y, sin mediar palabra, nos lleva hasta la estación central. Taquilla treinta y uno, masculla un segundo antes de obligarnos a bajar del cadillac y dejanos bien claro que de acercarnos a su casa, mejor nos olvidamos.
Vale. Estamos delante de la taquilla treinta y uno. Felices y emocionados por lo que vamos a encontrar dentro. Hay un pequeño problema. ¿Dónde está la llave?
ContiNuarÁ
1 Comments:
YO:...en el fondo del mar, matarile rile rile... Lo que pasa que esa frase está muy trillada, habría que encontrar otra más original, pero ¿cual?...Pensemos...
Puede hacer de llave la horquilla del pelo de MariettA. Besos. Yo
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