04 julio 2007

En busca del DragóN FucsiA. Nueva York. Second Chapter.

*Viene del post anterior. Por su estabilidad craneal, comience a leer desde entonces.
Independizarse mola. Uno aprende a cocinar por sí mismo y a comerse el resultado después, a gastarse el dinero del mes en la primera semana, a ponerse solito el termómetro y a mezclar medicamentos por no ir al médico cuando cae enfermo y hasta empieza a verle la gracia a eso de ver la teletienda a las cuatro de la mañana en la más absoluta soledad. Cuando te ves forzado a convivir con otros individuos, la cosa se complica y comienza la tensión. Pues con los países pasa lo mismo.

SIXTH DAY IN LA GRAN MANZANA (INDEPENDENCE DAY)

Me despierta un estruendo horroroso. El tal SuS, Susy, SusI o Sussie entra corriendo en el salón cubierto únicamente por una bandera estadounidense, una biblia y una bengala. Yo, convencido de que hemos entrado en guerra con alguien o algo, saco mi vena patriótica y me escondo debajo de una mesa a esperar a que todo pase.

Pues no. Ni hay guerra, ni voy a morir. Hoy es cuatro de julio. Los EstadoS UnidoS se fueron de casa un día como hoy del año 1776. Así que, como buen adolescente, el país lo celebra cada año comiendo como un cerdo, emborrachándose y viendo fuegos artificiales. A pesar de mi insistencia en aclarar educadamente que a mí eso me importa un comino y que quiero encontrar el DragóN FucsiA e irme a mi casa, la estatua de la libertad humana que tengo por anfitrión está lo suficientemente ebrio como para desmayarse en el salón y estar a punto de ahogarse con su propio vómito.

AlbertO ha dejado una nota, se ha ido a YalE a pasar el día con su hijo universitario. MarietA está ahí, mirándome. No sé qué decir y retrocedo un paso. Me propone pasar el día juntos y sin que yo pueda responder, me coge de la mano y me lleva a CentraL Park.

Nos montamos en una carreta guiada por un caballo de color marrón al que sacude fustazos un viejo con sombrero y empezamos a dar vueltas por el parque. Pasamos trece horas en silencio, creo que quiere decirme algo, pero para no agobiarla me entretengo tratando de calcular la frecuencia con la que defeca el percherón. El viejo se ha dormido y el caballo campa a sus anchas. Seguimos en silencio. Cuando el animal se suelta y la carreta se queda atascada en mitad de la QuintA AvenidA, MarietA me besa y sale corriendo.

Muy bien. Estoy sentado en una carreta, rodeado de taxis amarillos y mi sonrisa boba no desaparece por mucho que los conductores me lancen cosas y un turista español me robe las gafas y el mapa.

Vuelvo en mí cuando el percherón ha sido sustituido por una grúa y se llevan la carreta conmigo dentro. Salto en marcha con tremenda destreza y me tuerzo un tobillo. No sé dónde estoy. La gente de por aquí parece estar mirando directamente al sol y hablan un inglés más raro de lo habitual. Como tengo un poco de miedo, me meto en el primer establecimiento que veo en busca de un teléfono. Parece una tienda de antigüedades. De hecho el propio anticuario parece una antigüedad.

Me dice que el teléfono no está en venta, Yo le explico que no quiero comprarlo, que sólo quiero usarlo. Intenta venderme una jaula cubierta con una manta. Le agradezco la invitación y le sugiero que deje la jaula donde estaba y que me permita llamar por el maldito teléfono. El hombre sigue a lo suyo y me explica que la jaula exige una gran responsabilidad por mi parte y no sé qué de que no le dé de comer pasada la medianoche. No quiero entrar a debatir con el buen señor así que omito mis serias dudas de que una jaula pueda alimentarse.

Al fin me deja llamar por teléfono con la condición de que me lleve la jaula de marras. SuS ya ha recobrado el sentido y viene a buscarme si le digo dónde estoy. El anticuario murmura algo de ChinatowN. Así que esa es la razón de que todos tuviesen esa mirada extraña, son chinos.

Cuando salgo de la tienda, el anticuario termina de decirme que la jaula tampoco puede mojarse ni dejar que le toque la luz del sol. Un segundo antes de que SuS llegue en su cadillac examino el interior de la jaula. Un bicho peludo con orejas grandes y mirada de drogadicto me saluda desde su interior. Grito como un cerdo en la matanza y tiro la jaula a un contenedor con el aborto de la naturaleza peludo dentro. Me monto en el coche y trato de calmarme. SuS confunde la palanca de cambios con mi pierna y decido pasarme al asiento de atrás. Cuando detiene el coche en un descampado empiezo a preocuparme y busco una forma sutil de decirle que no me gusta tener relaciones con nada que tenga barba.

Un destello ilumina el cielo. MarietA se monta en el asiento delantero y ni me saluda. SuS me explica que es el mejor sitio para ver los fuegos artificiales. Antes de que llegue la traca final, me doy cuenta de que ya sé dónde encontrar el DragóN Fucsia.

ContiNuará