El secreto de la felicidad
No podía permitirse ni una sola muestra de debilidad. Tenía que mantenerse firme y ahogar el gusano de la desilusión que recorría su estómago. El vacío era absoluto y oscuro. Todo aquello no tenía que haber ocurrido. Pero lo cierto es que así era.
Avanzó unos pasos. Los justos para analizar la situación desde su, todavía, posición privilegiada. Entonces, justo entonces... comenzó a llover. El destino era caprichoso y una vez más lo demostraba.
Las gotas frías recorrían sus mejillas. Se alegró. De ese modo nadie sabría que estaba llorando...Pero fue en ese preciso momento en el que todo cambió. El olor de la lluvia se coló hasta lo más hondo de su alma y a partir de esa primera sensación comenzaron a galopar otras. La hierba brillaba como si de un cuadro se tratase; la brisa acariciaba su piel y su cuerpo empapado tembló. Un escalofrío recorrió cada poro de su piel al comprender que eso era precisamente lo que había venido a hacer aquí.
Sentir.
Sentir...
¡Sentir!
Retrocedió y volvió a caminar sobre sus pasos. Su silueta se perdió en la noche, pero cualquiera que tuviera la dicha de verla en aquel momento pudo disfrutar de la tremenda energía que desprendía.
5 Comments:
¿es es lo que hemos venido a hacer aquí??
Objetivo cumplido, pues.
O_O
No. no es lo que hemos venido a hacer aquí. Claro que no. Sería ridículo pensar eso de verdad. La felicidad no es un estado permanente y cuanto antes lo aprendamos, mejor.
Vaya... merci beaucoup por su sabiduría!! cuánta sentencia de la vida... ridícula vida...
De nada, es un placer instruirle, queridísima moon. ^_^ No creo que la vida sea ridícula. En todo caso un poco desconsiderada. A veces se olvida de invitarnos a las fiestas y casi nunca tiene pastitas para el te cuando vas a su casa.
¿Por qué me parecerá tan sexy el francés?
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