En Busca del DragóN FucsiA. NuevA York. First chapter.
La diferencia entre el inglés británico y el inglés estadounidense es que el primero es un idioma y lo segundo no sé lo que es. Aquí nadie habla como MichaeL CainE, más bien ganguean como JohN Wayne. Solo que sin su estilo ni su sombrero.
FIRST WEEK IN LA GRAN MANZANA
Resulta que sobrevolar el espacio aéreo de NuevA YorK es como desatar el ApocalipsiS, aunque lo hagas montado en una barraca de principios del siglo veinte. Gracias a la presión de ser amenazados con convertirnos en una falla volante si no salíamos de su cielo cagando leches y a haber sobrepasado con creces la vida útil de nuestro RohrbacH R-VIII RolanD color rojo de 1928, JaumE decidió amarar -por decirlo de alguna manera- allá donde el río HudsoN es más profundo y huele peor.
El avioncito se hundió como una piedra y nosotros salimos de esa cosa como pudimos. Felicité a JaumE por un aterrizaje tan acertado y después traté de estrangularlo con mis propias manos. MarietA supo disuadirme con una sencilla premisa: o salíamos de allí inmediatamente o tendríamos que buscar el DragóN FucsiA en una prisión de máxima seguridad. El argumento me convenció un poco.
Por lo visto, un pingüino cojo y parlante no llama demasiado la atención aquí, lo que es de agradecer y MarietA había estado aquí antes, así que se convirtió por unanimidad en nuestra guía. Cuando dice cosas como SohO, VillagE o SubwaY a mí me parece que me habla un ángel -con un sexo muy bien definido, desde luego-.
Se ve que SubwaY es la forma que tienen los neoyorquinos de llamar al MetrO y según MarietA, era la mejor opción para llegar al siguiente enclave.
Como entre los cuatro no reuníamos un dólar, decidimos viajar en el SubwaY por la cara. Mientras AlbertO fingía ser uno de los secundarios de MarY PoppinS y entretenía a la taquillera, nosotros tratamos de cruzar las puertas de la forma más disimulada posible.
JaumE disimula tan bien como pilota y fue placado ipso facto por cinco hombretones del FBI disfrazados de limpiadoras que lo acusaron de terrorista. Un anciano intentó mediar por él aclarándoles que sólo intentaba colarse. Automáticamente, el anciano fue considerado el líder de la célula que se completó con un negro, un mexicano y dos niñitas que vendían galletas para la excursión de fin de curso.
Para cuando otros veinticuatro viajeros fueron acusados de financiar la operación por intentar pagarle el billete a JaumE nosotros ya estábamos de camino al SohO, nuestra siguiente parada.
Llevábamos media tarde metidos en un vagón destartalado luchando por respirar con otros quinientos cincuenta pasajeros cuando MarietA descubrió que íbamos en dirección UptowN y no DowntowN. AlbertO y yo asentimos como si entendiésemos lo que nos decía y nos limitamos a seguirla cuando nos explicó que había que ir DowntowN.
A saber, los neoyorquinos consideran que especificar a dónde va uno es demasiado evidente y prefieren ser más sutiles y hacer que sus transportes vayan ciudad arriba o ciudad abajo. Nosotros teníamos que ir para abajo.
Cinco días después, llegamos al dichoso SohO. Un barrio de artistas y pisos que cuestan más que fichar a un futbolista y que debe su nombre a la sencilla razón de que está al sur de la calle HoustoN -SOutH of HOustoN StreeT-, así, sin más. Debido a la deshidratación y a habernos alimentado tan sólo con dos patatas fritas que se le cayeron a un viajero tres días atrás, el pingüino y yo suplicamos a MarietA que nos deje comer algo antes de seguir caminando. Catorce perritos calientes callejeros después, llegamos a nuestro destino, GreenE StreeT.
Los artistas bohemios que vivían aquí, lo hicieron en los años sesenta, ahora los que viven aquí son snobs vestidos de artistas que no repiten traje ni para dormir. Nuestro contacto vive en un LofT, que es como un estudio pero más ñoño.
El tipo en cuestión siente una tremenda atracción por los señores y me saluda con un beso en la mejilla -que no llega a rozar la piel afortunadamente-. Se hace llamar SussiE, o SusY, o SusI, o SuS o algo parecido y nos invita a sentarnos en un sofá rojo salmón ahumado. Antes de que pronuncie una palabra más, AlbertO y yo hacemos uso de nuestra cortesía y empezamos a roncar como dos recién nacidos.
Que se espere el DragóN FucsiA.
ContiNuarÁ
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