Aclarando conceptos
¿A un rubio le hace falta que le digan que tiene el pelo color paja seca para que siga siendo rubio?
¿Y a un gordo? ¿Y a un feo? ¿Y a un guapo? ¿Y a una morsa? ¿Y a un cocker cojo?
Creo que no.
La siguiente pregunta que me hago es algo así como ¿si a un rubio le dicen que es rubio, deja de serlo? ¿O su pelo pierde intensidad en su apasionante gama de amarillos? Me temo que no...
¿Y si avanzamos de nivel en el cuestionario?
¿A un buen profesional le hace falta que le digan lo bueno y profesional que es? ¿Ni siquiera una vez en su larga y próspera carrera hacia el éxito y la autorrealización personal? Puede que un poco...
¿Y a un hijo que le digan que si es hijo es porque en algún lugar deberían estar un par de señores a los que llamar padres -madre y padre para no ofender a nadie- porque sencillamente lo fabricaron en -esperemos- una noche de pasión desenfrenada? A veces. Y a los padres también.
¿Y a un bote de mermelada alguien debería pegarle un papel en el que diga que es mermelada y no esputos del abuelo? Supongo que depende. Depende de si hay un abuelo en casa. De que espute y, evidentemente, de si por alguna razón desconocida le da por guardarlos en un bote de mermelada.
Pero claro. No vamos a ponerle una pegatina a un rubio en la frente en la que diga "rubio".
Supongo que un buen profesional lo es por lo que hace. Se lo digan o no. Pero si nadie se lo dice, puede que en una mañana de resaca le dé por decidir que no lo es y se vaya a vivir a Guadalajara -México- y abra una tienda de recuerdos en la que un buen profesional -de lo que sea- acabe sus días con una gorra espantosamente horrenda.
¿A qué viene todo esto?
A que no necesito leer la palabra mermelada en el bote, pero hace horas que tengo hambre y no encuentro el jodido frasco por ninguna parte. Pero sé que está ahí. Como el oxígeno.