Descanse usted en paz
Un buen amigo mío, que dice que conoce a un tipo que quiere hacer no sé qué con su novia, me dijo una vez: te saldrán mal diez millones de cosas. Pero jódete y aprende, date caña y no te caigas si te va mal. Aprende a joderte. No te des tiempo para darte lástima.
Lo asumí y le hice caso. Creo que es un buen consejo.
Un chaval, que no se parece en nada al que era cuando le conocí -y eso es más que bueno-, me decía el sábado en una furgoneta: cuando te pregunten qué tal estás, responde siempre que de puta madre. Si el que os pregunta os quiere, se alegrará y si os odia, se va a joder.
Alguien que cada día se parece menos al que era cuando le conocí -y eso es más que malo-, hace tiempo que no me dice nada. Lo único que recuerdo es: debes aprender a pensar en ti mismo. No dependas de nadie. Eso te hace débil.
Y es cierto, en parte. Sólo si la dependencia no es mutua.
El caso es que todos estos consejos no dejan de tener sentido en la vida. Y si no, que se lo pregunten a toda la plantilla de un periódico de la tierra del vino. Todos a la calle. Los que ponen la pasta han decidido que no ganan lo suficiente con el proyecto. Y eso que en un año y medio de vida han superado con creces los mínimos previstos para los primeros veinticuatro meses.
Abrió con prisas y cierra perdiendo el culo.
Yo le pregunto a uno de los redactores, ¿por qué no lucháis por ello? Tenéis unos derechos y los empresarios más que obligaciones. Deben seguirse unos trámites para que un negocio cierre. No puede hacerse así. No se puede cerrar tan alegremente. Si no, estábamos todos jodidos.
Y lo estamos.
Les han asegurado que, al cierre, se llevan lo propio de un despido improcedente y un poco más. Así nos callan la boca. Así nadie tiene ganas de ir a juicio, alargar la situación un par de meses y no ver un duro.
Por favor, si hasta se autocensuran páginas de rebeldía por si acaso les retiran lo poco que les queda.
Claro que da igual que protestes, tienes a cincuenta mil recién licenciados que, lejos de luchar por unas condiciones laborales justas, harán tu trabajo por unas migajas.
Así nos va. Nadie mueve un testículo por cambiar las cosas. Hay en juego demasiadas cosas y no compensa. Y así, la cosa va a peor. Cada vez son más lo periodistas que trabajan como autónomos, cobrando una mierda, currando como hijos de puta y sin poder permitirse unas vacaciones porque nadie se las paga.
Era un buen proyecto. Con gente que se dejaba los cuernos cada día. Que disfrutaba trabajando. Que se quería. Cosa que no entienden los de arriba. Si de ellos dependiese, pondrían a un mostrenco con un látigo descarnando la espalda a cada uno que sonriese perdiendo así un minuto de apretar teclas. Mejor jodidos que contentos. Así, según ellos, se trabaja mejor.
Dan ganas de llorar, de gritar o de escupir a la cara del patrón. Claro que uno solo está jodido.
Aún así, lo dicho. Nos va de puta madre.
Lo asumí y le hice caso. Creo que es un buen consejo.
Un chaval, que no se parece en nada al que era cuando le conocí -y eso es más que bueno-, me decía el sábado en una furgoneta: cuando te pregunten qué tal estás, responde siempre que de puta madre. Si el que os pregunta os quiere, se alegrará y si os odia, se va a joder.
Alguien que cada día se parece menos al que era cuando le conocí -y eso es más que malo-, hace tiempo que no me dice nada. Lo único que recuerdo es: debes aprender a pensar en ti mismo. No dependas de nadie. Eso te hace débil.
Y es cierto, en parte. Sólo si la dependencia no es mutua.
El caso es que todos estos consejos no dejan de tener sentido en la vida. Y si no, que se lo pregunten a toda la plantilla de un periódico de la tierra del vino. Todos a la calle. Los que ponen la pasta han decidido que no ganan lo suficiente con el proyecto. Y eso que en un año y medio de vida han superado con creces los mínimos previstos para los primeros veinticuatro meses.
Abrió con prisas y cierra perdiendo el culo.
Yo le pregunto a uno de los redactores, ¿por qué no lucháis por ello? Tenéis unos derechos y los empresarios más que obligaciones. Deben seguirse unos trámites para que un negocio cierre. No puede hacerse así. No se puede cerrar tan alegremente. Si no, estábamos todos jodidos.
Y lo estamos.
Les han asegurado que, al cierre, se llevan lo propio de un despido improcedente y un poco más. Así nos callan la boca. Así nadie tiene ganas de ir a juicio, alargar la situación un par de meses y no ver un duro.
Por favor, si hasta se autocensuran páginas de rebeldía por si acaso les retiran lo poco que les queda.
Claro que da igual que protestes, tienes a cincuenta mil recién licenciados que, lejos de luchar por unas condiciones laborales justas, harán tu trabajo por unas migajas.
Así nos va. Nadie mueve un testículo por cambiar las cosas. Hay en juego demasiadas cosas y no compensa. Y así, la cosa va a peor. Cada vez son más lo periodistas que trabajan como autónomos, cobrando una mierda, currando como hijos de puta y sin poder permitirse unas vacaciones porque nadie se las paga.
Era un buen proyecto. Con gente que se dejaba los cuernos cada día. Que disfrutaba trabajando. Que se quería. Cosa que no entienden los de arriba. Si de ellos dependiese, pondrían a un mostrenco con un látigo descarnando la espalda a cada uno que sonriese perdiendo así un minuto de apretar teclas. Mejor jodidos que contentos. Así, según ellos, se trabaja mejor.
Dan ganas de llorar, de gritar o de escupir a la cara del patrón. Claro que uno solo está jodido.
Aún así, lo dicho. Nos va de puta madre.
4 Comments:
La vida está jodida, supongo.
Pues sí, la verdad, quien seas. Y lo seguirá estando mientras nadie mueva un dedo por nadie.
Me parece bueno tu manifiesto de reivindicación, pero tú y todos los que nos movemos en este mundo sabemos que por el momento la cosa está chunga chunga...De todas formas propongo que alguien con buenas dotes de comunicación se haga presidente del gobierno y proponga una nueva ley para regular esta profesión!! Creo que sería más fácil, jajajaj...
Cada vez creo más en el autoempleo. O eres tu propio jefe o llegas arriba tragando con todo. Es la única forma de poder demostrar tener principios y ayudar en el trabajo.
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